‘Sticky Fingers’: La decadente obra maestra de The Rolling Stones

Escrito por G.

The Rolling Stones en 1971. Foto por Michael Ochs.

The Rolling Stones en 1971. Foto por Michael Ochs.

El 23 de abril de 1971, The Rolling Stones lanzó su obra maestra Sticky Fingers, un álbum de excesos marcado por la tragedia. La ingenuidad de los sesenta había llegado a su fin y la banda se apoyó en el country, el blues y en el virtuosismo de su nuevo guitarrista Mick Taylor para producir diez canciones crudas y drogadas que se sumergen en la oscuridad.

Antes de empezar a grabar su noveno disco, en junio de 1969 la banda despidió al integrante fundador y genio creativo Brian Jones por su inconsistencia y adicción a las drogas. Un mes después fue encontrado muerto en el fondo de la piscina de su casa, a los 27 años.

“Él formó la banda. Él eligió a los miembros. Él nombró a la banda. Él escogió la música que tocábamos. Él nos consiguió conciertos...de cualquier cosa que pusiera en sus manos podía sacar una melodía y convertir las canciones en algo que no eran cuando comenzaron”, recordó el bajista Bill Wyman en una entrevista en Daily News. “Fue muy influyente, muy importante, y luego lo perdió lentamente—muy inteligente—y simplemente lo desperdició y lo arruinó todo”.

En diciembre de ese mismo año, la banda organizó su respuesta al festival Woodstock de unos meses antes en el autódromo de Altamont en California. Alrededor de 300,000 personas asistieron al concierto gratuito protagonizado por los británicos y algunas de las bandas más importantes de la California hippie: Santana, Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young, y The Grateful Dead.

Pero la paz y el amor de la década de los sesenta ya se estaban agotando, y el consumo de drogas y el idealismo irresponsable empezaban a cobrar factura, así como lo habían hecho en la vida de Brian Jones. 

The Rolling Stones se presentan en Altamont bajo la mirada de los Hells Angels.

The Rolling Stones se presentan en Altamont bajo la mirada de los Hells Angels.

Por sugerencia de The Grateful Dead, The Rolling Stones llegaron a un acuerdo con la tumultuosa pandilla de motociclistas los Hells Angels: prestarían seguridad al evento a cambio de cerveza. Que confiaran en una horda de motociclistas intoxicados y armados con cadenas, cuchillos y tacos de billar es un símbolo de la ingenuidad de los tiempos que estaban llegando a su fin.

El concierto rápidamente descendió al caos y la violencia. El vocalista de Jefferson Airplane fue noqueado por un Hells Angel por intentar intervenir en su comportamiento violento. Meredith Hunter, un joven afroamericano que sacó un revólver luego de haber sido golpeado por varios de los Hells Angels, fue asesinado por un ‘ángel del infierno’ mientras los Stones miraban desde el escenario. Tres personas más murieron en accidentes y 850 individuos fueron tratados por sobredosis de LSD.

En el documental Gimme Shelter se puede ver el terror en la cara de Mick Jagger al darse cuenta del potencial violento de 300,000 personas borrachas y drogadas. Los Stones habían perdido el control por completo del evento y tuvieron que ser evacuados en helicóptero. Así, Altamont marcó el fin del idealismo de los sesenta, y reforzó para The Rolling Stones el peso de los excesos y la realidad oscura y violenta de la sociedad.

Antes de su escape temprano de Altamont, los Stones alcanzaron a estrenar una canción de su próximo álbum. “Fue la primera vez que tocábamos ‘Brown Sugar’ ante una audiencia en vivo”, recordó Keith Richards en su autobiografía, Life. “Un bautismo del infierno, en un confuso estruendo en la noche californiana”.

Esa canción y dos otras—“You Gotta Move” y “Wild Horses”—hicieron parte de una sesión temprana para el álbum en el estudio Muscle Shoals Sound en Alabama unos días antes del fiasco de Altamont. Fundado por integrantes de The Swampers, famosos músicos de sesión, el estudio tenía un sonido de batería inigualable. “Era la crème de la crème, excepto que era solo una choza en medio de la nada”, recuerda Keith.

El pianista Jim Dickinson vio a Keith Richards y Mick Jagger juntarse para cantar las voces de las tres canciones sucesivamente: “Fueron increíbles, las voces crudas. Ambos se pararon juntos en el micrófono con una botella de bourbon, pasándola de un lado al otro, y cantaron la parte principal y la armonía de las tres canciones en un solo micrófono, tan rápido como pudieron hacerlo la última noche”.

El resto del álbum lo completaron en un periodo relativamente largo, trabajando hasta enero de 1971. Grabaron también en el estudio Olympic Sound en Londres y el estudio móvil de The Rolling Stones parqueado afuera de Stargroves, la mansión de Jagger. Pero la sesión relámpago de tres días que hicieron en el sur de los Estados Unidos terminó definiendo el sonido y la atmósfera de todo el álbum.

 
Portada de Sticky Fingers.

Portada de Sticky Fingers.

 

La parte gráfica de Sticky Fingers es tan icónica como su música, con una portada creada por Andy Warhol y la primera aparición del logo de la lengua.

Mick Jagger abordó a Warhol en una fiesta en Nueva York en 1969 para preguntarle si estaría dispuesto a diseñar la portada del próximo álbum de The Rolling Stones. Poco después, Warhol les mostró una foto de un modelo en jeans con cremallera, y por dentro, la entrepierna de un hombre en calzoncillos de algodón.

A Mick Jagger le gustó la idea, pero tuvo una petición especial: la cremallera debería funcionar. El álbum se lanzó de esta manera, hasta que las tiendas de discos empezaron a quejarse. La cremallera estaba rayando y dañando los discos. Para resolver el problema, a alguien se le ocurrió la idea de enviarlos con la cremallera mitad abierta, así cualquier daño se concentraba en el sello del disco y no en la parte que contiene la música. Sin embargo, las siguientes ediciones eliminaron la cremallera real de su portada.

El diseño fue un trabajo colaborativo entre Warhol, quien concibió el arte, el fotógrafo Billy Name y el diseñador Craig Braun. Muchos fanáticos y fanáticas asumieron que la foto mostraba a Mick Jagger, pero él no posó para Warhol. De hecho es un misterio a quién le pertenece una de las entrepiernas más famosas del rock, porque Warhol le tomó fotos a varios hombres diferentes y nunca reveló cuáles utilizó.

El logotipo de The Rolling Stones, creado por John Pasche y rediseñado por Craig Braun.

El logotipo de The Rolling Stones, creado por John Pasche y rediseñado por Craig Braun.

Sticky Fingers también fue el estreno del famoso logo de la lengua. Mick Jagger le encomendó el diseño a John Pasche, un joven artista gráfico de la Royal College of Art. “Me presentó esta imagen impresa que había obtenido en una tienda india de Kali, la diosa hindú del tiempo, el cambio, el poder y la destrucción”, recordó Pasche en las notas de la reedición de Sticky Fingers de 2015. “Había conseguido que la despegaran de la pared. Inmediatamente vi la boca y la lengua”.

Pasche partió de ahí para hacer un diseño donde quería plasmar la actitud antiautoritaria de la banda, así como la boca característica de Mick Jagger y “cierta sensualidad propia de los Stones” como describió el crítico Sean Egan.

Pache luego recordó: “Lo diseñé de tal manera que se pudiera reproducir fácilmente y con un estilo que pensé que podría resistir el paso del tiempo”. Luego Craig Braun le hizo algunas modificaciones, convirtiéndolo en el logotipo eterno que conocemos hoy en día.

“En mi opinión, el logo de la lengua de los Stones es el logo más icónico, potente y duradero de la historia del rock & roll”, dijo el artista Shepard Fairey, creador del afiche Hope de Barack Obama. “Creo que no solo captura los labios y la lengua característicos de Mick Jagger, sino también la esencia de la rebelión y la sexualidad que es el encanto del rock & roll en su máxima expresión”.

Y eso es Sticky Fingers, la máxima expresión de un género, creada por una banda que estaba en la cima de sus poderes. Fue número 1 en muchos países, incluyendo el Reino Unido y Estados Unidos. Recibió un codiciado y casi imposible “10/10” de Pitchfork en una reseña contemporánea, y está de número 63 en la lista de los 500 Mejores Álbumes de Todos los Tiempos de la revista Rolling Stone. Es simplemente un álbum crudo, obsceno, lleno de mugre y drogas y melancolía, y es jodidamente genial.

Dale play a Sticky Fingers y sigue el desglose canción por canción:

Brown Sugar

Esta canción es absolutamente sucia. Tiene uno de los mejores riffs de guitarra del gran repertorio de riffs de The Rolling Stones, escrito por Mick Jagger y no por Keith Richards como era lo usual. “Soy el maestro del riff. El único que me perdí y que recibió Mick Jagger fue ‘Brown Sugar,’ y ahí me quito el sombrero”, contó Keith en Life. “Ahí me ganó. Lo arreglé un poco, pero eso era suyo, letra y música”.

Un momento que le aporta mucho a la atmósfera sórdida de la canción es el solo de saxofón tocado por Bobby Keys, gran colaborador y amigo de la banda. De hecho fue en una fiesta de cumpleaños de Keith Richards donde nació el solo, pues a altas horas de la noche la fiesta se convirtió en una sesión de improvisación donde tocaron la canción inédita con invitados tan ilustres como el guitarrista Eric Clapton.

George Harrison también estaba y lo invitaron a tocar, pero se negó. Aquí fue que Bobby Keys improvisó el solo de saxofón y a la banda le gustó tanto que decidieron grabarlo, reemplazando el solo de guitarra original de Mick Taylor.

Pero lo que realmente remata el ambiente de decadencia es la letra, con la cual Mick Jagger constantemente cruza la línea de lo aceptable. Esclavitud, racismo, machismo, sexo oral y drogas pesadas; esta canción lo tiene todo. Quizás si no fuera un reventón tan bueno sería más fácil ofenderse.

Igual, trivializar la cruel historia de la esclavitud para impulsar una canción rockera es uno de los niveles más bajos a los que han llegado los Stones. ¡Y eso que la versión que escuchamos es Mick Jagger censurándose! El título original de la canción era “Black Pussy”, por si quedan dudas sobre la cuestionable metáfora de Jagger.

Estas palabras fueron escritas en un estado de frenesí, según Jim Dickinson, pianista que participó en las sesiones de Muscle Shoals: "Vi a Mick escribir la letra. Le tomó unos cuarenta y cinco minutos; fue asqueroso. La escribió tan rápido como podía mover su mano. Nunca había visto nada parecido […] y cuando tenía tres páginas llenas, comenzaron a grabar. ¡Fue increíble!"

El mismo Jagger admite que no escribiría la canción hoy en día, haciéndose un poco el loco en una entrevista con Jann Wenner: "Dios sabrá de qué hablo en esa canción. Es una mezcolanza. Todos los temas desagradables de una vez ”. Sin duda es una canción con pocas cualidades redentoras. Pero como escribió el crítico Jack Hamilton en la revista Slate, “¿Es ‘Brown Sugar’ una gran canción? Sí. ¿Es ‘Brown Sugar’ una canción imperdonable? También sí. Pero muchas bandas han hecho música imperdonable; solo una hizo Sticky Fingers”.

Mick Jagger y Keith Richards. Foto por Robert Knight.

Mick Jagger y Keith Richards. Foto por Robert Knight.

Sway

Mick Jagger anuncia la cuenta con “one, two, three, four” y entramos en una reflexión amarga y triste sobre cómo Jagger y el resto de los Stones se estaban sintiendo luego de Altamont y la muerte de Brian Jones. La vida de sexo, drogas y rock & roll tiene sus límites y el narrador de “Sway” está hastiado.

La canción fue grabada principalmente en Stargroves, la mansión de Jagger, gracias al estudio móvil de The Rolling Stones, básicamente un camión equipado para servir como control room de un estudio de grabación. Esta innovación les daba la posibilidad de grabar en cualquier lugar y a cualquier hora.

Es el debut en la guitarra eléctrica de Jagger, quien creó la canción en colaboración con Mick Taylor, durante una ausencia de Keith Richards. A Keith no le gustaba ir a las sesiones en Stargroves y estaba cada vez más alejado por su creciente adicción a la heroína. Lo que más se destaca en la canción son los dos solos de guitarra de Taylor, que muestran un nivel más en línea con el pulido trabajo de los maestros británicos del blues Eric Clapton y Peter Green, quienes también pasaron por la banda anterior de Taylor, John Mayall & the Bluesbreakers. Agregando al impresionante nivel que demuestra Taylor en la canción, los dos solos fueron grabados en una sola toma.

Wild Horses

Keith Richards escribió “Wild Horses” luego de pasar tiempo con su amigo Gram Parsons, el miembro de The Byrds que lo había introducido más a fondo en la música country, especialmente en el sonido de Bakersfield, un subgénero que rechazaba la sobreproducción asociada con Nashville.

La influencia de Parsons se siente en los arreglos instrumentales y la atmósfera melancólica. De hecho, Parsons grabó su propia versión de “Wild Horses” con The Flying Burrito Brothers, aportando aún más melancolía y peso a la canción.

Aunque Richards reconoce que el coro lo terminaron en el baño de Muscle Shoals justo antes de grabar, la idea venía del dolor que sentía al tener que separarse de su hijo recién nacido Marlon para salir de gira. Jagger luego le dio la vuelta convirtiéndola en una canción sobre la ruptura de una relación de pareja.

“Todo el mundo siempre dice que fue escrita sobre Marianne [Faithfull], pero no creo que lo fuera; para ese entonces todo había terminado”, recordó Jagger en las notas que acompañan el compilado Jump Back. “Pero definitivamente estaba muy metido en esta pieza emocionalmente. Esto es muy personal, evocador y triste. Todo suena muy deprimente ahora, pero fue un momento bastante pesado”.

Marianne Faithfull lo recuerda diferente, y ha dicho que “Wild horses couldn’t drag me away” fueron las primeras palabras que ella le dijo a Mick Jagger en el hospital cuando salió de un coma de seis días causado por una sobredosis de pastillas en el verano de 1969. Cualquiera que haya sido la génesis real de la canción, no se puede negar que es uno de los momentos más emotivos y trascendentales de la banda.

Can’t You Hear Me Knocking

Principalmente un muy buen groove introducido por la guitarra de Keith Richards al cual se unen muy hábilmente la batería de Charlie Watts y el bajo de Bill Wyman, “Can’t You Hear Me Knocking” toma un giro inesperado antes de los 3 minutos.

Aunque los Stones inicialmente se la imaginaban como una canción de rock para radio durando entre dos y tres minutos, al final entran en una improvisación extendida con un nuevo color para la banda, más hacia el jazz-rock o el Latin-rock de Santana.

Incluye otro solo estelar de Bobby Keys en el saxofón, quien admitió, “No tenía idea de lo que iba a tocar. Simplemente me clavé el saxofón en la cara y comencé a soplar. Fue una primera toma, algo de una sola vez ”.

La larga improvisación también es protagonizada por Mick Taylor, quien toca un solo de guitarra fluido y épico mientras se oye una voz alentando al fondo, posiblemente de Jagger.

“Ni siquiera sabíamos que todavía estaban grabando”, dijo Keith Richards en una entrevista con Guitar World. “Pensamos que habíamos terminado. Estábamos divagando y ellos mantuvieron la cinta rodando. Fue solo cuando escuchamos la reproducción que nos dimos cuenta que teníamos dos piezas de música. Está la canción y está la improvisación”.

You Gotta Move

Esta versión de los Stones de un tradicional gospel blues popularizado por Mississippi Fred McDowell se mantiene bastante fiel a la versión del Delta bluesman. La banda proporciona un acompañamiento minimalista y una inquietante línea de guitarra tocada por Mick Taylor utilizando un slide, un pequeño tubo que se desliza entre notas para generar un llanto emotivo. Hay que recordar que en sus inicios The Rollling Stones soñaban con ser una banda purista de blues, incluso tomando su nombre de una canción de Muddy Waters, uno de los iconos del blues de Chicago. Su profundo conocimiento y amor por el género es evidente aquí.

Bitch

Con un título desafortunado, esta canción refuerza la reputación de Mick Jagger de escribir letras misóginas. El protagonista se encuentra en un estado de abstinencia, y lo único que lo va a satisfacer es…sí, lo adivinaron, tener sexo. Según Jagger, cuando utiliza el término “bitch” se esta refiriendo al amor en sí, no a una mujer. Sin embargo, la cosificación de las mujeres permea la canción.

Pero no todo es malo. “Bitch” tiene un riff poderoso más cercano al estilo de hard rock de bandas como Led Zeppelin que sacude hasta los huesos, en especial cuando entra la sección de vientos a apoyar a la guitarra y el bajo.

Según el ingeniero Andy Johns, Keith Richards llegó tarde como siempre y Jagger y Mick Taylor habían comenzado la canción sin él. “No sonaba muy bien”, recordó Johns. Keith estaba sentado en el piso sin zapatos, comiendo una taza de cereal y de repente exclamó que le pasaran una guitarra. “Se la colgó, pateó el tempo de la canción hacia arriba y simplemente le puso la vibra que era”.

I Got The Blues

Mick Jagger y Keith Richards minaron su amor por el soul sureño de Stax Records y Otis Redding en “I Got the Blues”, una canción sobre un hombre desesperado recordando a la mujer que ama, posiblemente inspirada en la ruptura de Jagger con Marianne Faithfull.

La canción cuenta con un invitado muy especial: Billy Preston, el tecladista estadounidense quien fue de los pocos músicos en colaborar con The Beatles. Preston le aportó su talento a canciones de los últimos dos álbumes de los Fab Four, como “Get Back”, “Don’t Let Me Down”, y “Something”, y se puede ver en acción con ellos en su última aparición en vivo, el famoso concierto en la azotea de Apple Corps. En “I Got The Blues”, Billy Preston contribuye un solo de órgano que eleva el alma de la canción a otro nivel.

Mick Jagger y Marianne Faithfull en Alemania, 1970. Foto por Jean-Pierre Bonnotte.

Mick Jagger y Marianne Faithfull en Alemania, 1970. Foto por Jean-Pierre Bonnotte.

Sister Morphine

Llena de imágenes fantasmagóricas, “Sister Morphine” retrata la experiencia de una persona agonizando en su cama de hospital. La canción fue escrita por Mick Jagger, Keith Richards y Marianne Faithfull, quien por fin logró su crédito de compositora cuando Sticky Fingers fue reeditado en 1994 tras imponer una demanda.

“Marianne tuvo mucho que ver con 'Sister Morphine’”, dijo Keith en su autobiografía. “Conozco la escritura de Mick, y él vivía con Marianne en ese momento, y sé por el estilo que había algunas líneas de Marianne allí”.

Mick Jagger lo expresó con desdén en su entrevista con Jann Wenner: “Ella escribió un par de líneas; aunque siempre dice que lo escribió todo. Ni siquiera puedo decirte cuáles”.

Es muy probable que Marianne Faithfull haya sido un catalizador importante de la canción, tomando inspiración de su experiencia de ser hospitalizada en Sydney tras un intento de suicidio. Ella lanzó su propia versión en 1969 con una letra ligeramente diferente y una instrumentación más country que vale la pena escuchar.

La versión de Sticky Fingers fue grabada en marzo de 1969, con los Stones acompañados por Jack Nitzsche en el piano y Ry Cooder en la guitarra slide. Estos dos invitados le aportaron mucho a la atmósfera alucinante de la canción, en especial la guitarra de Cooder, que junto con la letra tenebrosa convierten esta balada en una pesadilla increíble.

Dead Flowers

Menos de diez días después de la tragedia de Altamont, los Stones entraron a Olympic Sound Studios en Londres para grabar una auténtica canción de country con Jagger cantando en un exagerado acento vaquero. Un guiño de humor en una canción que de resto está llena de melodrama.

El protagonista expresa resentimiento por una ruptura y se hunde cada vez más, mientras su expareja disfruta de la vida en la alta sociedad. Jagger y Richards tienen pocas letras tan deprimentes como: I'll be in my basement room with a needle and a spoon, and another girl to take my pain away.

De no perderse son los coros cantados en armonía por Keith y Jagger y el juego de guitarras eléctricas. Keith Richards le responde a la voz de manera más suelta y desaliñada, mientras que Mick Taylor proporciona líneas compactas de muy buen gusto que culminan en uno de sus mejores solos de guitarra del álbum.

La muerte impregna la canción, así como lo había hecho durante ese año en la existencia de The Rolling Stones. En este caso el protagonista invita a su expareja a enviarle flores muertas, e incluye un golpe bajo donde sugiere que ella se va a morir primero que él: I won't forget to put roses on your grave. El cinismo y la melancolía convierten a “Dead Flowers”, en una de las primeras canciones de country gótico.

Moonlight Mile

Una de las canciones más poéticas y contemplativas del álbum, “Moonlight Mile” de todos modos incluye una referencia a la cocaína en su segunda línea. Esto es Sticky Fingers, después de todo.

Jagger dijo en una entrevista con el Wall Street Journal que comenzó a escribir la canción mientras estaban de gira en el verano de 1970: “En ese entonces estaba cada vez más nostálgico y cansado de la carretera. Estoy seguro de que la idea de la canción se me ocurrió por primera vez una noche mientras estábamos en un tren y había salido la luna”.

Keith Richards estuvo completamente ausente de la grabación, la primera vez que el guitarrista no participaba de ninguna manera en una canción de The Rolling Stones. Sin embargo, aprobó el resultado final: “Fue genial escuchar eso porque estaba muy ido al final del álbum y era como escuchar, escuchar de verdad”, dijo en las notas que acompañan la reedición de 2015 de Sticky Fingers.

Mick Taylor entrega otra actuación estelar en la guitarra eléctrica, impresionando al baterista Charlie Watts de manera singular: “Estuvo absolutamente fantástico en esa sesión. ‘Moonlight Mile’—ahí es cuando recuerdo a Mick Taylor en su mejor momento”.

La canción fue grabada en una sesión nocturna en Stargroves, que usualmente iban desde las 9 de la noche hasta las 7 del día siguiente. Según el ingeniero Andy Johns, Jagger grabó la voz a las “cuatro o cinco de la mañana con el sol saliendo”.

Los arreglos de cuerda y el toque instrumental delicado evocan una noche solitaria de purificación y contemplación bajo el brillo de la luna. Un final reflexivo necesario después del mugre y los excesos de un álbum perfecto de rock & roll.

Mick Jagger y Keith Richards en Nellcóte, Francia, 1971. Foto por Dominique Tarlé.

Mick Jagger y Keith Richards en Nellcóte, Francia, 1971. Foto por Dominique Tarlé.


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