‘Laurel Hell’: El hermoso infierno de Mitski

Escrito por G.

Fotos por Ebru Yildiz.

Estoy preocupado por Mitski. La última vez que la cantante y compositora pisó una tarima, en septiembre 2019, estaba decidida a abandonar la música para siempre. Las giras, fama y gran recepción crítica que llegaron con su quinto disco, el excelente Be The Cowboy, la dejaron exhausta. Ahora, tras más de dos años desaparecida, Mitski regresa con una gira mundial agotada y su nuevo álbum Laurel Hell, construido desde el conflicto que le genera su relación con el éxito, sus fans y la música.

“Sentí que estaba raspando mi alma poco a poco”, dijo Mitski en una entrevista con Rolling Stone. “La industria de la música es una versión sobresaturada del consumismo. Tú eres el producto que se consume, se compra, se vende”.

Antes de poder retirarse, Mitski recordó que le debía un álbum a su disquera Dead Oceans, y en el proceso de componer y grabarlo pudo redescubrir lo que significa la música en su vida. Llegó cerca a quebrarse, pero de nuevo encontró la forma de convertir su dolor en algo hermoso y visceral.

 

Portada de Laurel Hell.

 

“Ella está conectada a una parte de sí misma que quiere gritar”, dijo otra ícono del indie melancólico, Lucy Dacus. “Tal vez no vives en un espacio donde puedas gritar, o tal vez no tienes palabras para lo que te ha pasado. Mitski proporciona un espacio para eso”.

Quizás esto explica el éxito descomunal que Mitski ha tenido entre adolescentes que descubrieron su música en TikTok y ahora expresan su fanatismo en redes sociales, enviando sus pensamientos más íntimos y más vergonzosos directamente a su artista favorita.

El público joven de Mitski y de artistas como Lucy Dacus o Phoebe Bridgers, mujeres con voces angelicales que cantan sobre salud mental, rupturas y tristeza, encuentra en ellas un objeto de sus deseos y obsesiones. Estas artistas terminan llenando un vacío que es una combinación entre pareja ideal, mejor amiga y terapeuta, y la presión que esta relación ejerce sobre la artista implica un desgaste gigantesco.

Las redes borran la línea entre la vida privada y la pública, y los fans exigen cada vez más cercanía e intimidad con sus artistas favoritas. Encuentran y publican fotos de momentos personales de sus vidas, les dicen “bestie” como si fueran mejores amigas y frecuentemente mencionan la depresión y el suicidio en relación a su música. Casi todo es presentado como una especie de chiste oscuro, pero eso a penas maquilla lo perturbadora que es esta dinámica. Mitski se ha rehusado a decir los nombres de sus dos gatos en entrevistas por miedo de que así la rastreen y encuentren dónde vive.

“Cuando el mundo me puso en esta posición”, dijo Mitski, “no me di cuenta que estaba haciendo un trato en el que, a cambio de darme esta plataforma y atención, se suponía que debía dar a mí misma”.

En “Working For the Knife”, primer sencillo de su regreso, Mitski se sumerge en esta conflictiva relación que tiene con su trabajo como artista. Canta sobre “el cuchillo” como un símbolo de vivir y trabajar bajo diferentes presiones, tanto externas—la industria, la fama, el capitalismo—como internas. 

“Se trata de pasar de ser una niña con un sueño a una adulta con un trabajo y sentir que en algún momento del camino te quedaste atrás”, explicó Mitski en Rolling Stone. “Es enfrentarte con un mundo que no parece reconocer tu humanidad y no ver salida”. 

El videoclip de la canción, dirigido por Zia Anger, lleva ese sentimiento a su máxima expresión con un audiovisual precioso y perturbador. Se siente la soledad de Mitski al llegar a un auditorio frío e imponente y al salir a una tarima frente a miles de sillas vacías. Cuando se acaba la canción escuchamos el audio real de su coreografía, con Mitski golpeando sus manos y su cuerpo contra el escenario, respirando fuerte mientras su pecho se agita. Se siente su esfuerzo, su lucha. Al final lanza una sonrisa cansada pero satisfecha a la cámara.

Toda su vida Mitski se ha sentido como una extraña, como si no perteneciera a ningún lugar. Nació en Japón con una madre japonesa y un padre estadounidense, y pasó su niñez viviendo en diferentes países antes de establecerse en Estados Unidos. Su apariencia única siempre fue una fuente de inseguridad para Mitski, especialmente en su pequeño pueblo de Japón donde atraía miradas perplejas de desconocidos. “Yo me quemaba por completo odiándome por no ser hermosa y perfecta”, dijo Mitski en una entrevista con Vulture. “Sentía que si solo fuera bonita, entonces alguien me encontraría y me llevaría a mi vida”.

Escribir era un refugio que descubrió desde que compuso su primera canción en el piano a los 18 años. “Era mi pequeño jardín secreto que yo mantenía. Nadie más estaba permitido entrar”, le contó Mitski a Rolling Stone. “Las cosas se pierden o se rompen o desaparecen. La gente viene y va. Pero mis canciones, mi escritura, era mía”.

Comenzó estudiando cine en la universidad pero rápidamente se dio cuenta de que lo que realmente quería era estudiar música. Sin embargo, se siente su pasión por el cine, especialmente por las películas de terror que ama y veía en maratón durante la pandemia, en sus videoclips y el lenguaje visual de sus canciones, como esta escena que crea en la canción de cierre del álbum, “That’s Our Lamp”:

That’s our lamp

It shines like a big moon

We may be ending

I’m standing in the dark

Pero el lenguaje visual más potente del nuevo álbum de Mitski es su título. Un “infierno de laurel” es un término utilizado en los Apalaches del Sur de los Estados Unidos para referirse a un fenómeno natural que ocurre en la profundidad del bosque. Los arbustos de laurel crecen en densos matorrales con flores hermosas y ramas retorcidas que hacen que sea casi imposible escapar de uno. “Hay infiernos de laurel que llevan el nombre de personas que murieron en ellos”, comentó Mistki.

Es una metáfora apropiada para su relación con la música, pero también para la música del álbum. Por momentos bailable, imbuida de sonidos cautivadores y cantada por una voz hermosa, pero con un trasfondo oscuro. “Las flores de laurel son tan bonitas. Simplemente estallan en estas explosiones de belleza” dijo Mitski en Apple 1. “Me gustó la idea de estar atrapada dentro de esta explosión de flores y tal vez incluso morir dentro de una de ellas”.

Laurel Hell nos atrapa en ese laberinto desde la primera canción, la atmosférica “Valentine, Texas”, el punto de partida para el camino oscuro y enredado que vamos a atravesar junto a Mitski. “Let’s step carefully into the dark” invita con precaución antes de que la canción estalle en sintetizadores épicos. 

“Amo las historias de fantasmas”, contó Mitski en una entrevista con DAZED. “Cuando era niña solía coleccionarlas y luego iba con mis compañeros de clase y les decía, ‘¿quieres escuchar una historia de fantasmas?’”. A partir de esa fascinación Mitski construyó esta canción, incluyendo una imagen que, como una buena historia de fantasmas, me persigue y perturba desde la primera vez que la escuché: “Let’s drive out to where dust devils are made / By dancing ghosts as they kick up clouds of sand”. 

La canción nos invita a este lugar oscuro y vulnerable, donde Mitski promete que nos va a mostrar un lado que ni siquiera su pareja ha conocido. Según ella, el significado de la canción es hablar de cómo su arte expone sus secretos “que no muestro ni siquiera a las personas que más amo. Pero les mostraré esta oscuridad en mí”. Esta invitación a conectar con una parte tan íntima, tan expuesta de Mitski explica mucho la conexión tan profunda que sienten sus oyentes con ella. “Si uno presenta algo que se siente verdadero para uno, habrá otras personas que dirán: ‘Esto también es verdadero para mí’”, dijo Mitski.

Este nivel de exposición genera expectativas en un público que cada vez quiere más, y es una situación aún más injusta para las mujeres. Mitski recuerda cómo los hombres de la escena punk donde se formó podían simplemente lanzar su música, salir de gira, y luego irse a casa y tener una vida aparte. “Pensé que eso aplicaba para mí. No me di cuenta que estaba rompiendo un contrato que había firmado”, dijo Mitski en Rolling Stone. “Guardarme algunas cosas hace que la gente se enoje mucho. Porque, aunque es posible que no sean conscientes de ello, creen que no he cumplido con mi parte del trato”.

Pero hay una parte de su carrera que Mitski no cambiaría por nada. Cuando está dando un concierto, Mitski es capaz de desconectarse de todos los conflictos y presiones, y ser ella misma. “En el escenario conozco mi lugar”, dijo. “Estoy segura de mí misma. No hay dudas. Es simplemente existir y es hermoso poder ser durante una hora”.

Es un momento que se toma muy en serio, cambiando el exceso y la pirotécnica por una puesta en escena minimalista y una coreografía cruda y honesta. Intenta conectarse con el público a través de una de sus formas favoritas para enfrentar las emociones difíciles: el baile.

“Este álbum pasó por tantas iteraciones”, comentó Mitski. “Ha sido un disco punk en algún momento, y un disco country. Después de un tiempo, fue como, ‘Necesito bailar’. Aunque la letra puede ser deprimente, necesito algo que me ayude a superar esto”.

Este sentimiento lo transmite en dos de las canciones más épicas y bailables del álbum, “The Only Heartbreaker” y “Love Me More” que—en una movida inesperada—están secuenciadas una tras otra en el disco. Un doble golpe de puro poder pop en medio de la melancolía de Laurel Hell

La primera, “The Only Heartbreaker”, es la única canción en toda la discografía de Mitski que ha escrito con alguien más, porque sentía que era un acertijo que no lograba descifrar. Nada se sentía bien hasta que se sentó con Dan Wilson de la banda Semisonic, quien ha compuesto canciones con artistas como Taylor Swift y Adele. Mitski dice que gracias a él logró resolver muchos problemas de la canción y la pudieron rescatar para el álbum.

En la canción Mitski canta desde el punto de vista del “malo” de una relación, la persona que siempre está estropeando las cosas, la que siempre tiene la culpa. Reconoce que la canción tiene un trasfondo aún más triste: “Tal vez la razón por la que siempre eres la persona que comete errores es porque eres la única que se está esforzando”.

Tiene la energía de una canción ochentera al mejor estilo de la banda sonora de Flashdance, pero también tiene una sensación reprimida, como si Mitski nunca se entregara por completo a una melodía eufórica. El videoclip, filmado casi todo frente a una pantalla verde con efectos digitales, refuerza la temática de esta persona que destruye todo. En este caso, Mitski destruye todo lo que toca, incluso al planeta entero, lo cual me recuerda su entrevista con DAZED donde admitió, “Realmente creo que la tierra estaría mejor sin nosotros y que todos deberíamos desaparecer”.

Pero antes de eso, Mitski tiene tiempo para querer ser amada intensamente, y “Love Me More”, el más claro hit hecho y derecho del disco, es una súplica precisamente para eso. Una petición que podría ser dirigida a una pareja, pero en este contexto parecería más dirigida a sus fans, a su público, y a la música misma, rogando que le ayuden a llenar sus vacíos.

Creo que Mitski conoce bien la depresión y entiende la tortura de esta enfermedad, porque la expresión en la segunda estrofa es tan acertada que podría estar en un manual diagnóstico: “How do other people live? / I wonder how they keep it up? / When today is finally done / There’s another day to come”. Mitski se queda repitiendo la última frase, generando toda la insistencia e inevitabilidad de la existencia.

La narradora de “Love Me More” quiere que su interlocutor la ame lo suficiente para hacerla sentir mejor, pero la tensión subyacente de la canción reconoce lo más triste de todo, que quizás sea un deseo imposible, y que nadie, ninguna cantidad de amor externo, adulación o atención nos puede ayudar a sentirnos mejor con nosotros mismos. Lo increíble de Mitski es que convierta un sentimiento que a muchos nos tumbaría en la cama de tanta desolación, en música altamente bailable.

No es todos los días que uno escucha una canción de pop inspirada por la banda sonora de The Exorcist, pero ese fue precisamente el caso de “Love Me More”. Como el resto del álbum, pasó por diferentes estilos y ritmos hasta que Mitski y su productor Patrick Hyland decidieron experimentar con un motivo repetitivo basado en “Tubular Bells” por Mike Oldfield de la clásica película de posesión demoniaca. 

El videoclip también tiene elementos de película de terror, y no es el único. En el video de “Stay Soft”, el más reciente de Laurel Hell, Mitski tiende a un jardín terrorífico antes de ser atacada por unas figuras perturbadoras con las que termina bailando antes de asesinarlas. Mitski ha dicho que en el momento que quería abandonar la música sentía que había tenido que poner su corazón duro y blindarse para poder sobrevivir en la industria, y que eso la estaba matando.

“Después de algunos años de hacer eso todos los días, mi corazón realmente comenzó a entumecerse y quedarse en silencio”, dijo Mitski en Rolling Stone. “Y el problema con eso es que en realidad necesito mi corazón—mis sentimientos—para escribir música. Era esta paradoja”.

La canción “Stay Soft” parece estar dirigida a ella misma entonces, un mantra para acordarse de la importancia de mantenerse vulnerable y con el corazón bien abierto: “Open you heart / Like the gates of Hell”.

Estoy preocupado por Mitski. Sin embargo, si sigue haciendo música bajo sus propios términos, va a estar bien. “Tengo que hacer esto aunque me duela, porque lo amo”, dijo. “Esto es lo que soy. Seguiré lastimándome, y aún lo seguiré haciendo, porque es lo único que puedo hacer”. Es su hermoso infierno personal. No puede soportar la vida siendo artista exitosa, pero tampoco puede vivir sin serlo. Aunque le genere tanto conflicto, ya está condenada. Su música ayuda a encontrarle belleza a un mundo oscuro, a procesar las emociones difíciles, y hace que la vida sea más llevadera. Tanto para Mitski, como para nosotros.


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